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Microbiota intestinal y salud mental: 3 puntos clave

Durante los últimos años, la ciencia ha revelado una conexión sorprendente entre el intestino y el cerebro. Lejos de ser solo un órgano digestivo, el intestino alberga billones de microorganismos, conocidos como microbiota intestinal, que influyen directamente en nuestro estado de ánimo, comportamiento y salud mental.


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Estudios recientes han demostrado que este “segundo cerebro” puede modular la respuesta al estrés, la ansiedad y la depresión, a través de una compleja red de comunicación conocida como el eje microbiota-intestino-cerebro.


 Comprender cómo funciona esta relación abre nuevas puertas para la prevención y el tratamiento de trastornos mentales, desde una perspectiva más integral que une la salud física, emocional y metabólica.


1. Comunicación bidireccional: el eje microbiota-intestino-cerebro

La microbiota intestinal no sólo digiere alimentos: actúa como un órgano metabólico e inmunológico que mantiene comunicación directa con el sistema nervioso central. Esta comunicación ocurre a través de varias vías: el nervio vago, señales hormonales (como del eje HPA), metabolitos microbianos (por ejemplo ácidos grasos de cadena corta, SCFAs) e incluso modulaciones del sistema inmune.Cuando la microbiota se altera (disbiosis), pueden dispararse procesos de inflamación intestinal, aumento de permeabilidad (“intestino permeable”), activación excesiva del eje HPA y liberación de citoquinas proinflamatorias, que a su vez son factores implicados en trastornos del ánimo, ansiedad y estrés crónico. En resumen: una microbiota equilibrada ayuda a mantener una modulación adecuada del estado de ánimo, mientras que una microbiota desequilibrada puede favorecer respuestas de estrés-inflamación que impactan la salud mental.


2. Evidencia actual sobre salud mental: qué sabemos y qué no

La investigación ha mostrado que personas con depresión, ansiedad u otros trastornos psiquiátricos tienden a presentar alteraciones en la composición de la microbiota intestinal (menos diversidad, ciertos géneros modificados). También estudios experimentales (en animales y humanos) sugieren que intervenciones sobre la microbiota (probióticos, prebióticos, dieta rica en fibra) pueden mejorar síntomas de ansiedad y depresión, aunque el efecto es modesto, variable y depende de muchos factores. Sin embargo, aún hay evidencia limitada para establecer una causalidad firme y aplicar ampliamente terapias estandarizadas. Las diferencias individuales en microbioma, el tipo de cepas utilizadas, la duración del tratamiento, y los estudios humanos a gran escala siguen siendo pocos. En consecuencia: la microbiota es un factor prometedor y relevante, pero no debe considerarse como reemplazo de los tratamientos convencionales de salud mental, sino más bien como un complemento dentro de un enfoque integral.


3. Implicaciones prácticas: ¿qué podemos hacer?

  • Estilo de vida y dieta: Fomentar una alimentación rica en fibra, vegetales, frutas, alimentos fermentados y con menor ultraprocesados favorece la microbiota intestinal beneficiosa, lo que a su vez puede contribuir a mejorar el estado de ánimo y la resiliencia al estrés.

  • Probióticos/prebióticos: Algunas cepas (especialmente de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium) han mostrado efectos positivos como coadyuvantes en ansiedad/depresión, aunque deben emplearse bajo supervisión y no como único tratamiento.

  • Integrar con tratamientos médicos: En caso de trastornos de salud mental, considerar la microbiota como parte del panorama junto con psicoterapia, medicación cuando sea indicada, ejercicio, sueño adecuado y manejo del estrés maximiza las probabilidades de mejoría.

  • Precauciones y expectativas: Es importante gestionar expectativas: los cambios en la microbiota tardan, no todos responden igual, y actualmente no hay “cura microbiota” para depresión o ansiedad. Además, factores como antibióticos, medicamentos psiquiátricos, dieta pobre y estrés crónico pueden alterar la microbiota.


Conclusión

La microbiota intestinal y la salud mental están íntimamente conectadas a través de múltiples rutas biológicas: nerviosas, inmunológicas y hormonales. Mientras que la evidencia es sólida para afirmar que existe una relación relevante, los caminos terapéuticos aún se están desarrollando. Por lo tanto, incorporar hábitos que promuevan una microbiota saludable es una medida de bajo riesgo con alto potencial de beneficio, pero siempre como parte de una aproximación amplia a la salud mental.


Bibliografía

  1. Clapp M., Aurora N., Herrera L., Bhatia M., Wilen E., Wakefield S. Gut microbiota’s effect on mental health: The Gut-Brain Axis. PMC, 2017.

  2. Tan H.-E. The microbiota-gut-brain axis in stress and depression. Frontiers in Neuroscience, 2023.

  3. Gut–brain axis: altered microbiome and depression – review. PubMed, 2024.

  4. Gut–brain axis and neuropsychiatric health: recent advances. Nature, 2025.

  5. Gut–brain axis: Role of Microbiome, Metabolomics, Hormones, and … MDPI Cells, 2024.

 
 
 

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