Biomarcadores Emergentes en Enfermedades Crónicas: Lo que Todo Internista Debe Saber en 2025
- Dra. Beatriz Ballesteros
- 16 may
- 2 Min. de lectura
La medicina interna ha evolucionado rápidamente en la última década, y en 2025, el papel de los biomarcadores emergentes es más relevante que nunca. Estos indicadores biológicos no solo permiten un diagnóstico más temprano y preciso, sino que también abren la puerta a tratamientos personalizados y a una monitorización más efectiva de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, las autoinmunes y los sÃndromes metabólicos complejos.
Para el internista, dominar este nuevo lenguaje molecular ya no es opcional: es parte esencial de su práctica clÃnica.

¿Qué son los biomarcadores emergentes?
Son moléculas, genes, metabolitos o proteÃnas que reflejan procesos fisiológicos o patológicos antes de que se manifiesten clÃnicamente. A diferencia de los marcadores clásicos —como la glucosa, el colesterol o la creatinina—, los biomarcadores emergentes permiten:
Identificar la fase subclÃnica de una enfermedad.
Predecir la progresión de un trastorno.
Evaluar la respuesta terapéutica en tiempo real.
Detectar riesgos ocultos, incluso en pacientes asintomáticos.
¿Por qué son clave en el manejo de enfermedades crónicas?
Las enfermedades crónicas ya no se entienden como entidades aisladas, sino como procesos multifactoriales y progresivos, influenciados por la inflamación, el estrés oxidativo, la disbiosis intestinal y la genética. En este contexto, los biomarcadores emergentes ayudan al internista a abordar el terreno biológico antes de que aparezca la enfermedad clÃnica.
Esto permite:
Intervenciones más tempranas y precisas.
Prevención de complicaciones.
Mayor personalización de tratamientos.
Reducción del uso excesivo de medicamentos y pruebas innecesarias.
5 Biomarcadores que están cambiando la práctica clÃnica en 2025
1. GDF-15 (Growth Differentiation Factor 15)
Indicador de inflamación crónica y daño celular, útil en el seguimiento de insuficiencia cardÃaca, sÃndrome metabólico y estados de caquexia. Elevado en etapas tempranas, incluso sin sÃntomas aparentes.
2. NLR (Neutrophil-Lymphocyte Ratio)
Rápido, económico y accesible. Es un marcador indirecto de inflamación sistémica de bajo grado, con aplicación en enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y enfermedades autoinmunes.
3. TMAO (Trimetilamina-N-óxido)
Producido por la microbiota intestinal, este biomarcador se asocia con riesgo cardiovascular aumentado, disfunción endotelial y resistencia a la insulina. Un nuevo puente entre alimentación, microbiota y salud metabólica.
4. Calprotectina sérica
Tradicionalmente usada en enfermedades inflamatorias intestinales, ahora se investiga como marcador temprano de inflamación sistémica en enfermedades autoinmunes y trastornos reumatológicos.
5. microRNAs circulantes
Pequeñas secuencias no codificantes que regulan la expresión génica. Están emergiendo como marcadores predictivos en enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y cánceres silenciosos, aún en fase experimental pero con aplicaciones clÃnicas inminentes.
Lo que el internista debe considerar
Formación continua: El conocimiento en biomarcadores avanza rápidamente. Estar actualizado es clave para interpretar resultados y aplicar criterios clÃnicos sólidos.
Interdisciplinariedad: El trabajo conjunto con genetistas, inmunólogos y biólogos moleculares enriquecerá la visión del paciente.
Humanización y contexto: Un biomarcador no reemplaza al juicio clÃnico. Sirve como herramienta, no como diagnóstico aislado.
Conclusión
En 2025, los biomarcadores emergentes son más que una tendencia: representan una nueva forma de entender la medicina interna. Lejos de reemplazar al clÃnico, potencian su capacidad de anticipar, personalizar y tratar con mayor precisión. Integrarlos a la práctica diaria no solo es posible, sino necesario para ofrecer una atención moderna, centrada en el paciente y basada en evidencia molecular.
